Mi humilde visión desde casi el fin del mundo sobre Live Earth

Amo el rock y descreo con convicciones de estas movidas globales de un día en la que el mundo propone salvar al mundo. Y no descreo por nihilista ni pesimista, sino más bien por todo lo contrario: creo que el mundo está bien como está y que no hay que salvarlo de nada. Es decir, me gustaría que hubiera menos guerras, probablemente ninguna y que todos tuvieran trabajo y nadie pase hambre. Sólo que creo que eso podría darse con otra especia y no con la raza humana.

Live Earth es de esas intentonas que en realidad despiertan conciencias, limpian culpas y conmueven por su megalomanía y no por su mensaje.

El rock, el hip-hop y otros estilos musicales suelen ser excelentes vehículos para llegar a los jovenes. Los jovenes creen lo que los rockeros dicen y hacen. Pero el rock es derroche de energía y eso lo define y le da sustancia. El rock es una postura y en ocasiones una mentira bien contada y cantada. Una mentira que se cree. El arte es eso también.

Son geniales los cálculos que han hecho algunas crónicas periodísticas acerca de cuanta energía innecesaria gastaron algunos artistas para poder participar unos minutos en un concierto. El País de España consigna que los Red Hot Chilli Peppers volaron en jet privado de París a Londres para poder tocar unos minutos en Wembley y luego embarcarse para Dinamarca ya que en otra ciudad tenía un show pautado esa misma noche.

Cuatro meses de la última gira de Madonna, dice la misma nota, segun el sitio Carbonfootprint produjeron 440 toneladas de dióxido de carbono muchos podrán pensar podrían haberse evitado. Como se ve, los datos duros no rigen el mundo.

No hay causa planetaria ligada a lo ecológico que no funcione sino es en base al miedo. La prédica de Al Gore y su premonición no lograría la atención necesaria sino pregonara que el mundo está por destruírse. Pero como faz positiva del asunto, me quedo con las demandas de mi hijo, que insistía ayer por la noche en apagar todas las luces que fueran innecesarias. Me dí cuenta que Live Earth había movilizado sus pensamientos pero procuré que no fueranmotivados por el mensaje malvado de que el mundo está por llegar a su final, sino porque la vida es mejor ahora si se hace lo que uno cree correcto y solidario.

El mundo de nuestros nietos y los hijos de nuestros nietos será mejor si el mundo es mejor ahora. Las buenas causas funcionen con ideales a motor porque quedan lejos. Las causas concretas son útiles y tangibles y de todos los días.

Pero el mundo es como es. Nosotros somos como somos. Y no voy a moverme en base a lemas de un día ni en base a temores de la destrucción de la humanidad.

Y el rock gasta, no ahorra. Sino no es rock.