Wednesday, March 12, 2008

La muerte según quien muere

Hoy es el día en que murió Jorge Guinzburg. Estaba bastante enfermo. Como sucede con los personajes populares, queridos y admirados, su muerte gana un espacio mediático considerable. Conozco gente que ha compartido cosas con él y que está especialmente dolida por su fallecimiento. Desde un poco más afuera, me causa el dolor que genera la ida de alguien creativo, con ideas, trabajador. Una persona que dejó su huella, algo suficiente como para considerarlo y valorarlo en el momento de su muerte. Mentiría si digo que me gustó todo lo que hizo. Pero respeto es una palabra acorde a su producción periodística y artística. Hasta ahí, Guinzburg como profesional.

Guinzburg (su muerte) como noticia excede al propio Guinzburg. La muerte del famoso, pero famoso con virtudes, genera de manera misteriosa pero siempre pronunciada, un collage de miles de historias y pareceres que se mezclan. Todos tienen sus vivencias con él, todos aseguran conocerlo desde lugares particulares. Suele pasar así.

Lo que también suele pasar es que hay un tipo de muerte según quien es el que muere. Una forma de tratar su muerte, su noticia, que descansa en lo que era su profesión. Cuando muere alguien vinculado al humor (Fontanarrosa) o se recuerda el aniversario de su muerte (Olmedo), se produce una suerte de jolgorío y liviandad que le quita a la muerte el drama que siempre trae oculto. No veo forma de pensar la muerte con un costado lindante a la felicidad. No me sale y no veo por donde puede estar. La muerte de Roberto Fontanarrosa tuvo un festival de licencias humorísticas en nombre de "el negro hubiera querido...." ó "al negro le hubiera gustado...", que no sabemos hasta donde son ciertas. Y de serlo, él no era usted.
Los contadores mediáticos de historias del muerto, si fue humorista o hizo algo con el humor, tienen una irremediable tendencia a ponerse en portadores de un humor de situación que, suponen, al muerto le hubiera encantado en esa circunstancia. Que se yo.
Quizás sea una manera de superar el momento y tomar la personalidad del ido prestada, para afrontar eso que todos tanto tememos. Porque sabemos, morir nadie quiere.

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5 Comments:

Blogger Unknown said...

Casi todos los blogs que visito hacen referencia a su muerte (y me incluyo), lo que pasa es que uno siempre lo veia de buen humor, y eso a uno ya lo pone de buen humor, por eso debe ser que nos cae tan bien!

3:31 PM  
Blogger Christian 10 said...

Creo que es una costumbre tipica el "a tal le hubiese gustado".
Nunca escuché a nadie decir "el día que me muera me gustaría tal cosa"
No se de donde se saca la idea de "al tío le hubiese gustado que igual hagas la fiesta" o "a Guinzburg le hubiese gustado que sigan con el programa"
¿Deberíamos dejar una suerte de testamento con un "me gustaría que"?

7:32 AM  
Blogger Danyael said...

En realidad no creo que haga falta la mera mención de "si me muero, me gustaría tal cosa..." el pasar tanto tiempo con un persona te acostumbra a su comportamiento, y en definitiva, intuís que es lo que haría, o que es lo que le parecería tal cosa.
Muchas veces a estas cosas las veo como una manera de aliviar el dolor que uno suele sentir...

Con lo de Guinzburg veo lo que pasa cuando una ausencia sorprende a todos por igual. Digo ausencia porque me pega fuerte la palabra muerte. Y entonces la gente recuerda momentos en los que Jorge nos hacia reír, y los comparte con las demás personas, aunque estas sean desconocidas, entonces sonreímos a la tristeza.

¿Se acuerdan del loco cuando se afeitó el bigote?

Te reíste, no?

6:31 PM  
Anonymous Anonymous said...

marcelo, ta bueno lo que decis, y nadie lo dice, es como tomarse la atribucion de hacer algo en nombre del que se fue. lo mejor seria recordar a todos con respeto.
Chalo de wilde

12:11 PM  
Blogger Juan said...

A veces la gente no sabe qué hacer con la muerte...

4:00 PM  

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