El consumo sirve para conocer
Con 10 minutos de tiempo disponible antes de subir a un tren, una recorrida por la estación central de Kyoto, me encontró en medio de locales de comida que no necesitaba en este momento ni me apetecían. Entré a un local que vendía dulces. No eran mermeladas ni tampoco golosinas, sino algo intermedio. Una especie de chocolatería con una variedad enorme de cajas y paquetes de productos. Los japoneses hacen dulce hasta de los porotos. Tienen la capacidad de transformar cualquier alimento en un bombón.
Descubrí que el consumo, el tan denostado consumo como una actividad superflua y prescindible, es un valor. La mejor manera de conocer una costumbre, un gusto, un modo de alimentarse.
Compré unas galletitas de canela en forma de cucuruchos. Ni los creadores de Boing Boing han conseguido todavía transmitir el sabor a través de un blog. Nuestros recursos son escasos. Una pena.
Descubrí que el consumo, el tan denostado consumo como una actividad superflua y prescindible, es un valor. La mejor manera de conocer una costumbre, un gusto, un modo de alimentarse.
Compré unas galletitas de canela en forma de cucuruchos. Ni los creadores de Boing Boing han conseguido todavía transmitir el sabor a través de un blog. Nuestros recursos son escasos. Una pena.
Labels: consumo, costumbres, lugares, Tokio, viajes
3 Comments:
Es increible como abocaron a la sociedad al consumo diario pero por sobre todo al respeto hacia el otro.
Deberiamos aprender varias cosas de dicha cultura.
Abrazo grande.
Sobre todo el consumo de la comida delata las constumbres de una cultura.
¿La gente no habla mientras compra cosas?
Post a Comment
<< Home