Todavía no escuché las gracias de la industria discográfica hacia la industria de los videojuegos
Desde el añejo episodio de Metállica vs. Napster, la industria discográfica no ha cesado en el absurdo error que ninguna rama del comercio debería cometer: convertir a sus consumidores en sus enemigos. Metállica contra un emprendedor y las disqueras contra el público todo, han llamado ladrones y piratas a todos aquellos que bajaron música sin pagarla. El espíritu de la acusación puede ser legítimo: pagar por lo que uno consume es lo correcto. Desde una papa a una canción (los que sin desmayo digan que no se puede comparar una papa con una canción, entiendan la metáfora y capten que hay momentos en los que comer una papa forma parte de la necesidad humana, lo mismo que una canción).
Pero detrás de eso lo que hubo fue un cambio de comportamiento. Una nueva manera de acceder a la música y su consecuente reacomodamiento comercial a esos hábitos. Algo cambió radicalmente. Escuchamos canciones, no discos. De la intención del artista a la llegada al escucha, algo pasa en el medio, algo hace que los músicos graben discos y la gente escuche canciones.
La industria discográfica, como la policía antinarcóticos que ve adictos por todas partes, no deja de equiparar al que se baja música con un pirata. Deberíamos sentirnos ofendidos por tanta acusación. Napster perdió, pero ganó. Metállica ganó, pero perdió. Resulta muy gracioso hoy ver como Página/12, título la noticia hace seis años
A través del blog de Mariano llegué a un artículo del New York Times que destaca como los videojuegos como el Guitar Hero y el Rock Band, han generado ingresos inesperados a las discográficas por la cantidad de canciones que los chicos compran online para enriquecer el juego.
Chicos de 10 años para arriba, toman contacto con bandas de los 60 y los 70, a las que no llegarían de momento de otro modo y si tal vez cuando fueran más grandes.
La música les entra como un juego y luego ellos la devuelven como nuevos gustadores de esas bandas que tuvieron su esplendor mucho antes de que ellos nacieran. El videojuego recrea tantas historias personales de cosquilleos iniciáticos, cuando la música acompañaba la revolución hormonal.
Con un hijo ingresando a la adolescencia, la información me llega de primera mano. Todo padre se siente satisfecho cuando a su hijo le gusta la misma música que a uno. Se cierra un círculo que sirve para compartir buenos momentos, preguntar con el apetito de la novedad algo que paso con The Who en los 70, con Led Zeppelin antes de Mothership y con Jimmy Hendrix, el primer "Guitar Hero" de estos tiempos.
La industria de los videojuegos le dio una gran mano a la musical, ocupada siempre de satisfacerse a sí misma y sin empacho de tildar de ladrón a cualquiera que tuviera música en su computadora. Nunca es tarde para agradecer. Y retomar el fenómeno reciente de Radiohead sería ocioso.
Pero detrás de eso lo que hubo fue un cambio de comportamiento. Una nueva manera de acceder a la música y su consecuente reacomodamiento comercial a esos hábitos. Algo cambió radicalmente. Escuchamos canciones, no discos. De la intención del artista a la llegada al escucha, algo pasa en el medio, algo hace que los músicos graben discos y la gente escuche canciones.
La industria discográfica, como la policía antinarcóticos que ve adictos por todas partes, no deja de equiparar al que se baja música con un pirata. Deberíamos sentirnos ofendidos por tanta acusación. Napster perdió, pero ganó. Metállica ganó, pero perdió. Resulta muy gracioso hoy ver como Página/12, título la noticia hace seis años
A través del blog de Mariano llegué a un artículo del New York Times que destaca como los videojuegos como el Guitar Hero y el Rock Band, han generado ingresos inesperados a las discográficas por la cantidad de canciones que los chicos compran online para enriquecer el juego.
Chicos de 10 años para arriba, toman contacto con bandas de los 60 y los 70, a las que no llegarían de momento de otro modo y si tal vez cuando fueran más grandes.
La música les entra como un juego y luego ellos la devuelven como nuevos gustadores de esas bandas que tuvieron su esplendor mucho antes de que ellos nacieran. El videojuego recrea tantas historias personales de cosquilleos iniciáticos, cuando la música acompañaba la revolución hormonal.
Con un hijo ingresando a la adolescencia, la información me llega de primera mano. Todo padre se siente satisfecho cuando a su hijo le gusta la misma música que a uno. Se cierra un círculo que sirve para compartir buenos momentos, preguntar con el apetito de la novedad algo que paso con The Who en los 70, con Led Zeppelin antes de Mothership y con Jimmy Hendrix, el primer "Guitar Hero" de estos tiempos.
La industria de los videojuegos le dio una gran mano a la musical, ocupada siempre de satisfacerse a sí misma y sin empacho de tildar de ladrón a cualquiera que tuviera música en su computadora. Nunca es tarde para agradecer. Y retomar el fenómeno reciente de Radiohead sería ocioso.
Labels: bandas, música, rock, videojuegos
3 Comments:
Excelente punto el que mencionas en este post. Creo que la industria discografica y muchos artistas van a tener que agudizar un poco el ingenio y despertar la creatividad si es que quieren subsistir. Un efecto mas del cambio tecnologico.
No te apresures, que acá en Argentina, ya soplan aires españoles.
No te extrañe que en un tiempo terminemos pagando un canon todos, como si todos fuéramos delincuentes.
http://labarbarie.com.ar/2008/el-proyecto-de-gravamen-a-la-copia-privada/
Tu opinion, como alguien que llega por los medios, es muy importante.
Saludos.
La industria discográfica siempre va a zafar. Jamás había pensado en esto del Guitar Hero y el Rock Band. Pero sí, la levantan con pala. Hasta que alguien sepa cómo piratear los temas del juego. Y ahí van a tratar a todos de chorros otra vez... una más y van...
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