Gangster Americano y lo que sobrevive del cine de autor
Gangster Americano, tal su traducción acá, es una película que tiene sus méritos sin ser una gran película. Sobresale porque parece pertenecer a otra época del cine, cuando los films eran de los directores y no tanto de los productores y menos de los estudios.
Riddley Scott es un director que se ha atrevido con varios géneros: western (Los Duelistas), ciencia ficción (Alien, Blade Runner), épicas (Gladiador), policiales (Lluvia Negra), bélicas (La Caída del Halcón Negro), aventuras (Thelma & Louise) y aunque tiene en su lista varios bodrios, su balance le da positivo en líneas generales. Scott ha conocido diferentes épocas de la industria del cine de los últimos 30 años y ha conseguido dejar su impronta más allá de haber laburado mucho por encargo.
Que su obra cumbre, Blade Runner, pueda ser lanzada recién ahora, 25 años más tarde, tal como Scott la pensó, habla de su tenacidad como creador y de como el mercado cinematográfico le sigue sacando el jugo a las producciones de otros tiempos. Blade Runner, finalmente, parece haber logrado su edición definitiva.
En Gangster Americano el director toma riesgos. Quitarle la mafia a los italianos en las películas de pandilleros barriales en otros tiempos de Nueva York, es una apuesta. Martin Scorsese luego de haber dado vuelta las malas calles neoyorkinas hizo que el eje pasara a los irlandeses con Los infiltrados, luego de manejar los negocios ilegales con los italianos en todas sus formas.
Riddley Scott subvierte el mundo de las drogas al tomar una historia real en la que el malo es un negro. Denzel Washington, quizás harto de ser el bueno en cada producción que le toca, le dio un shot de adrenalina a su carrera siendo Frank Lucas, un narcotraficante cuyo poder era tal que usaba aviones de la fuerza aérea norteamericana para importar heroina desde Bangkok en plena guerra de Vietnam y venderla en las calles de Harlem.
La historia tiene potencia porque se trata de un orden subvertido: un negro manejando el negocio sucio de las calles cuando los blancos (italianos, irlandeses) corporizaban las mafias de la droga en todos los distritos de Nueva York.
Scott echa mano al moldeable Rusell Crowe para darle contrapeso al film con un policía judío, honesto en un departamento de policía cloacal y además cierra el círculo del añorado cine de autor: trabajar con un actor fetiche. Crowe puede ser para Scott lo que De Niro para Scorsese, lo que Brando para Coppola, lo que Eastwood para Don Siegel, lo que Luppi para Aristarain.
Gangster Americano tiene una buena construcción de época. Usa el boxeo como telón de fondo para marcar un momento político de Estados Unidos, con un tercio de las tropas que combatían en Vietnam dopadas con heroína. Hasta se permite bromear con la aparición del microondas como objeto de consumo novedoso que en su momento se vendía exclusivamente para hacer pochoclos en casa:otro mensaje para el cine de estos tiempos que casi no tiene autores y los pochoclos son industriales.
La película es en esencia una buena historia. Con los lugares comunes esperados y que como tales no defraudan. Un narcotraficante negro con códigos de "famiglia", un policía incorruptible que considera que con eso alcanza y los puntos de contacto que suelen tener los personajes tan disímiles.
American Gangster es las inferiores de El Padrino, el otro lado del espejo de Caracortada, un boceto de Buenos Muchachos en una mesa de bar. Pero sobresale en estos tiempos donde las buenas historias escasean.
Riddley Scott es un director que se ha atrevido con varios géneros: western (Los Duelistas), ciencia ficción (Alien, Blade Runner), épicas (Gladiador), policiales (Lluvia Negra), bélicas (La Caída del Halcón Negro), aventuras (Thelma & Louise) y aunque tiene en su lista varios bodrios, su balance le da positivo en líneas generales. Scott ha conocido diferentes épocas de la industria del cine de los últimos 30 años y ha conseguido dejar su impronta más allá de haber laburado mucho por encargo.
Que su obra cumbre, Blade Runner, pueda ser lanzada recién ahora, 25 años más tarde, tal como Scott la pensó, habla de su tenacidad como creador y de como el mercado cinematográfico le sigue sacando el jugo a las producciones de otros tiempos. Blade Runner, finalmente, parece haber logrado su edición definitiva.
En Gangster Americano el director toma riesgos. Quitarle la mafia a los italianos en las películas de pandilleros barriales en otros tiempos de Nueva York, es una apuesta. Martin Scorsese luego de haber dado vuelta las malas calles neoyorkinas hizo que el eje pasara a los irlandeses con Los infiltrados, luego de manejar los negocios ilegales con los italianos en todas sus formas.
Riddley Scott subvierte el mundo de las drogas al tomar una historia real en la que el malo es un negro. Denzel Washington, quizás harto de ser el bueno en cada producción que le toca, le dio un shot de adrenalina a su carrera siendo Frank Lucas, un narcotraficante cuyo poder era tal que usaba aviones de la fuerza aérea norteamericana para importar heroina desde Bangkok en plena guerra de Vietnam y venderla en las calles de Harlem.
La historia tiene potencia porque se trata de un orden subvertido: un negro manejando el negocio sucio de las calles cuando los blancos (italianos, irlandeses) corporizaban las mafias de la droga en todos los distritos de Nueva York.
Scott echa mano al moldeable Rusell Crowe para darle contrapeso al film con un policía judío, honesto en un departamento de policía cloacal y además cierra el círculo del añorado cine de autor: trabajar con un actor fetiche. Crowe puede ser para Scott lo que De Niro para Scorsese, lo que Brando para Coppola, lo que Eastwood para Don Siegel, lo que Luppi para Aristarain.
Gangster Americano tiene una buena construcción de época. Usa el boxeo como telón de fondo para marcar un momento político de Estados Unidos, con un tercio de las tropas que combatían en Vietnam dopadas con heroína. Hasta se permite bromear con la aparición del microondas como objeto de consumo novedoso que en su momento se vendía exclusivamente para hacer pochoclos en casa:otro mensaje para el cine de estos tiempos que casi no tiene autores y los pochoclos son industriales.
La película es en esencia una buena historia. Con los lugares comunes esperados y que como tales no defraudan. Un narcotraficante negro con códigos de "famiglia", un policía incorruptible que considera que con eso alcanza y los puntos de contacto que suelen tener los personajes tan disímiles.
American Gangster es las inferiores de El Padrino, el otro lado del espejo de Caracortada, un boceto de Buenos Muchachos en una mesa de bar. Pero sobresale en estos tiempos donde las buenas historias escasean.
Labels: cine, reflexiones
4 Comments:
Justamente fui a verla anoche y salí del cine haciendo un balance bastante similar al tuyo.
Me aburren los lugares comunes, las frases hechas y que nunca falte el rubio con el típico corte de pelo yankee que se alimenta a base de comida chatarra. Esta vez el gringuito está encarnado en la piel de Rusell Crowe que a mi criterio, es opacado por Denzel Washington como en Gladiator lo fue for Joaquin Fenix.
Cada vez voy mas mal predispuesta a ver cine norteamericano y puede ser por eso que se me pasaron detalles como el del microoondas. A veces pienso que no merece tanta atención y concentración como te lo demanda una película como "Las horas", pero eso es un prejuicio propio y está mal.
Coincido con vos en la buena ambientación del boxeo y la conección con Vietnam.
Para mi gusto un poco larga, jugar con mas elípsis hubiese estado bueno.
www.terceraroca.blogspot.com
Marcelo, que placer coincidir una vez mas en una vision acerca de algo. Saludos. JFG
No suelo compartir tus visiones de la vida, pero la verdad que este post es certero.
Saludos cordiales.
PD: Mas alla de no compartir, es evidente que sos una persona inteligente.
PDII: Perdon por las tildes, pero carezco de ellas en mi caprichoso teclado.
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