Sunday, March 25, 2007

Generaciones tuco y pesto


Tentado en continuar el legado generacional que se transmite boca a boca, llevé a mi hijo a comer a Pippo. Teníamos ganas de cenar pastas un sábado a la noche y enfilamos para allá. Fuímos al de Montevideo y creo que a la vuelta sigue estando el otro, sobre Paraná, y recuerdo un tercer Pippo que ahora no sé donde fue a parar.
Vermiccellis tuco y pesto era la decisión ya tomada antes de entrar. Comprobé que los platos mantienen la misma proporción de sus ingredientes: fideos, tuco y pestos bien densos con una consistencia que haría prescindir de los propios vermichellis y el tsunami de queso rallado. Es un plato que consta de los cuatro elementos por igual. De grande descubrí que el queso rallado no es aderezo del plato, sino una de sus cuatro estaciones.
El sabor se mantiene. Los platos me parecieron más chicos (hacía como 10 años que no iba), pero no sé realmente si los platos son más pequeños o si fue simplemente mi impresión.

A mi hijo le gustaron los vermichellis. Obviamente no con la intensidad que yo hubiera querido, pero el problema es mío no suyo.
Así se mantienen las tradiciones. Y todas arrancan con un desencanto inicial.

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6 Comments:

Blogger Guillermo said...

or el tercero creo que te referís al de Santa fe y callao... pero desconozco si sigue abierto.

3:57 PM  
Anonymous Anonymous said...

sigue abierto, sí, sí

5:16 PM  
Blogger Medio Ambiente Ayres de Pilar said...

Tuco, pesto y 1/2 caballo!
Como pude olvidarme de Pippo durante estos anios??
Tengo que llevar a mi hijo aunque probablemente me pase lo mismo que a vos no?
Gracias por el recuerdo.

2:08 PM  
Blogger Sebastián Ciano said...

Me encanta que todavía haya gente que ercuerde el ppasado con ganas, que sea melancólico y que crea en la tradición, bah, en eso de "le inculco a mi hijo/a lo que me inculcaron a mi de chico".
Es fantástico y espero hacerlo lo más pronto posible con mi hija.

Saludos Marce

11:56 PM  
Blogger bonito lunch said...

que interesante marce .

1:26 PM  
Blogger Javier said...

Marcelo, ¡cómo olvidar esas noches de bohemia!. Con mis compañeros de facultad (ingeniería UBA) era una de las salidas obligadas, por lo menos una vez por cuatrimestre. Obligatorios los vermichelli, que ya eran un clásico, con vino de la casa, que venía en unos botellones de vidrio y era de un dulzor hoy insostenible. De postre, flan mixto. Discutíamos sobre profesores, belleza de compañeras (escasísimas), programación lineal y operaciones unitarias. La vida se abría generosa e infinita. Gracias por el recuerdo y a Alejandro Battafarano, Edgardo Benvenuto, Osvaldo Ortega y Carlos Bordenave. Y es verdad, llevará a mi hijo pronto (ya tiene 12 años) ¿qué edad tiene el tuyo?.
Abrazo.

5:25 AM  

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