Wednesday, March 29, 2006

Británico


Soy por estos días una persona a la que no le afecta particularmente que deje de existir el Bar Británico de San Telmo, según sé, porque los dueños del local no quieren que allí siga funcionando un bar. No es que no me afecta porque no me interesa, sino porque ese bar nunca estuvo dentro de mi mapa. La ciudad que yo me armé desde hace décadas para ir y venir, de chico y de grande, no incluye al Británico. Pero no desconozco su popularidad como tampoco me es ajena la costumbre tan nuestra de pretender que todo se mantenga inmodificable y llamar a eso tradición o acervo cultural.
Por encima del bar (amo los bares, viviría y trabajaría con mis ideas desde un bar) me interesa el debate acerca de la evidente confusión que tenemos entre perpetuar y conservar, entre antiguo y decadente. Buenos Aires suele conservar poco y hacer durar mucho. Quizás el Británico no sea un bar que tenga que desaparecer, pero tampoco debe seguir "vivo" en base a la dejadez y hasta cierta mugre que se adivina en las fotos.
La ciudad ha dado muestras de sitios recuperados, mantenidos y reformados sin la pérdida del estilo original utilizando los mejores conocimientos y tecnología disponibles hoy, en el tiempo que nos toca vivir.
Las Violetas es un caso. El bar de Rivadavia y Medrano murió y nació de nuevo. Lo tengo cerca de mi casa y hasta fue determinante en la elección de mi familia al mudarnos. El lugar es lindísimo, pero te lo hacen saber. Sus precios no son caros: son carísimos. Y tiene mozos que se pasean con ese aire de embajadores recién nombrados que esperan las credenciales para irse a su nuevo destino. Lo tengo claro como un impuesto que se debe pagar porque en alguna parte alguien debe haber supuesto que mantener abierto Las Violetas era como una especie de favor.
Lo tomo como una forma de ignorancia. Así negocio conmigo mismo y me tomo un café que cuesta 1 euro al cambio actual. Los turistas llegan en combi y son un montón.
No sé si el Británico debe ser cerrado. Quizás no. Tampoco pienso que en nombre del patrimonio histórico se sostenga como argumento estelar que algo es importante porque hace mucho que está. Las ciudades se modifican, se mejoran.Algunas cosas se van y otras empiezan. Y silos edificios se mantienen, por dentro corren hacia el futuro.
Si ese bar sigue abierto puede que deba mejorar su aspecto y no descansar en el imaginario de la tradición como único valor.
Conservar el David de Miguel Angel en Florencia nunca implicó dejarlo a la buena de Dios y que se llene de moho y tierra de los siglos. Significa atenderlo, limpiarlo, llamar a expertos del planeta para que indiquen con que materiales mantenerlo.
Pasaron 500 años y ahí está. La cultura, aunque sea generada por un bar, no es enemiga de las actualizaciones.

6 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Se puede conservar un bar manteniendolo limpio. No soy de la idea de que haya que tirar todo lo viejo abajo, es bueno conservar, eso hace a la identidad de las ciudades. Lo ideal sería que hubiese un departamento en cada una de las ciudades de nuestro país que se ocupe de manera correcta del tema de la conservación de edificaciones, lugares, boliches o lo que sea que haga a la identidad de una ciudad.

8:26 AM  
Anonymous Anonymous said...

"me interesa el debate acerca de la evidente confusión que tenemos entre perpetuar y conservar, entre antiguo y decadente. Buenos Aires suele conservar poco y hacer durar mucho. Me hiciste pensar en mi matrimonio.
Hoy le pido el divorcio.

10:29 AM  
Blogger El Bambi said...

El otro día leí una nota en la que se lamentaba el cierre de otro bar en Belgrano y Azopardo y pensé lo mismo que está reflejado en tu entrada.
Comprendo que la vida de muchos se identifica con ciertos lugares y rincones de la adorada ciudad, pero el tiempo también exige cierto progreso.
Lo viejo no es bello porque sí, sino porque se conserva con dignidad. Por fortuna en Buenos Aires está repleto de edificios antiguos cuya fachada ha sido repintada o cuyo interior ha sido reciclado. Eso es una memoria genuina y socia del tiempo que pasa, y a la vez es condición de antigüedad y valor.
Si no me equivoco, al antiguo bar "Hipopotamus", que queda enfrente del Británico, le cambiaron el nombre después de la devaluación y le pusieron el más nacionalista "El Hipopótamo". No me gustó, porque hubo una identidad que no fue respetada, como si lo que sonaba a extranjero hubiera sido malo por sí mismo.

2:17 PM  
Blogger P.S. said...

La verdad no sé si El Británico debe seguir o no, pero por favor, la última vez que fui me echaron las cucarachas.
PD: en mi mapa ciudadano están clásicos como La Giralda, La Academia, El Federal. Que fetichista, mi dió

10:34 AM  
Blogger viajeros2006 said...

Cuando vivia en Bs As, me encantaba sentarme a leer o estudiar en algun bar, no era nada pretencioso, cualquier bar de la calle corrientes venia bien...

Luego de vivir 9 meses en Bogota por trabajo, cuando volvi a Argentina no podia creer que algo tan simple se volviera tan placentero como pasar por la puerta de un bar y ver a la gente sentada, tomando un cafecito... eso tan simple, afuera no existe !!!

Ahora viviendo en Australia, aunque esta lleno de cafes, tampoco es lo mismo, creo que lo primero que haga cuando vaya de vacaciones es sentarme en cualquier cafecito, pedirme un cafe con leche y unas medialunas... ahhh que placer...

Y creo que no importaria nada que fuera en un Plaza del Carmen... todo dicho no???

5:32 PM  
Anonymous Anonymous said...

uno cuando es viejo se muere, cagado y solo. a un bar por que no le puede pasar lo mismo ?.andar llorando por cosas q se dejaron estar, de quien es la culpa ?.

Daialogo:
un cliente - Mozo !!!.El baño ?
el unico mozo - Bien gracias.

9:21 PM  

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