Wednesday, April 19, 2006

Jardín Japonés recargado


Volví a visitar el Jardín Japonés luego de meses. Es uno de los lugares más lindos que tiene Buenos Aires y el domingo por la mañana es ideal porque va la gente que tenía ganas de ir y no los que cayeron allí vaya uno a saber porqué.
El Jardín está en remodelación y algunas novedades ya se distinguen. Me gusta que ahora tenga una especie de tienda de regalos que vinculan más directamente con la cultura japonesa. Quizás en otro tiempo por no pecar de mercantilistas, los del Jardín no tenían a disposición objetos japoneses para mirar y comprar, salvo una pequeña tiendita o en ocasiones especiales.
Tienen desde platos para sushi hasta dedales diminutos para tomar el té. Hay libros sobre meditación, pequeñas réplicas de un Jardín Zen y unos paquetitos de unos snacks típicos de Japón que son mezclas de maníes y algas disecadas ideales para acompañar con una cerveza.
Trasponer las puertas del JJ es ingresar a otra dimensión. Me contaron que más de una vez sorprendieron a algunas personas tirando cenizas de familiares que habían fallecido y en otras ocasiones manteniendo charlas con ellos ahí donde habían tirado las cenizas.
Estuve en Japón y me encantó. No soy un fanático de su cultura, pero me provoca admiración y curiosidad. Tratar de entender desde occidente la vida japonesa genera una contradicción: cuánta más información se tiene, menos se la conoce. No hay una sabiduría para acumular sino una inevitable necesidad de experimentar su cultura para decodificar de qué se trata.
Lost in Translation, la película de Sofía Cóppola, captó perfectamente el espíritu de lo que significa para un occidental estar en Japón. Y eso es lo que tiene el intento de captar su esencia: como en todo intento de traducción, siempre hay una parte que se pierde en el camino

3 Comments:

Blogger Violeta Canggianelli said...

siempre disfruté de niña los paseos en el jj y nunca dejé de ir.
me preguntaba entre otra cosas,por qué los peces eran naranjas, por qué los niños no se caían al agua cruzando los puentecitos, por qué estaba siempre limpio, por qué esa paz la tenían los japoneses y no yo. entendí allí y de + grande la danza butoh. adhiero con visitarlo en ese horario.

3:21 PM  
Blogger Alejandro Rozitchner said...

Porque comprar no es un fenómeno mercantilista (si bien "comercio" es la palabra que designa la actividad),es llevarse a casa algo imbuido de esa belleza y de el aire de ese universo que admiramos y disfrutamos. Comprar es un acto afectivo y no tenemos que apelar a la tarminología de la mala conciencia...
Saludos

8:26 PM  
Blogger Guillermo Schulmeier said...

A mi los peces del Jardín Japonés siempre me dieron mucha impresión.

10:27 AM  

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