Ya hay una vida online y otra off line. Las dos no se entienden. Es decir, una no entiende de que se trata la otra. Los que tienen un desarrollo laboral o de entretenimiento con las herramientas online, a no ser que hayan resignado todo contacto con el mundo físico (lo cual sería una patología), también se mueven en la vida, ¿cómo llamarla?, en fin, la vida que no es online.
El mundo en internet ha generado una cultura propia, que vista desde afuera, genera confusiones y equívocos. La idea permanente que rige sobre plataformas como You Tube y Facebook es que en esos ámbitos, las personas y sobre todo los jóvenes, lo que buscan es hacerse famoso. Es la constante sentencia de quienes siguen creyendo que esta nueva forma de comunicación y de producción de contenidos, el único fin que tiene es el de generar una fama al estilo "Gran Hermano".
Ese juicio contiene una ignorancia que ya no se puede admitir y que forma parte de la errada tendencia de analizar una expresión cultural con las categorías de otras. Una vez leí
un reportaje a Steven Johnson, un neurobiólogo que sostiene que los videojuegos son buenos para la inteligencia. Lo había hecho cuando editó un libro cuyo título es toda una declaración de principios
:“Todo lo malo es bueno para ti: cómo la cultura popular nos está haciendo más inteligentes”.
Johnson, además, fue uno de los primeros en sostener que las series de TV y la ficción que proponen sus autores tienen una calidad mucho más compleja que la TV de otros tiempos y remataba con algo genial. La entrevista al especialista se basaba en justamente un el análisis de las novedades con herramientas sesgadas y antiguas. Valorar un videojuego como se valora una novela de 300 páginas. Entender un videojuego solamente por sus excesos:
"La izquierda ve sólo un hecho aberrante comercial y la derecha sólo ve el contenido sexual", decía Johnson.
You Tube, Facebook y las redes sociales generan un nuevo modo de comunicación y de una trascendencia que no tiene que ver con los deseos de fama. Aunque en ocasiones haya deseos de ser famoso, tan legítimos como de quien escribe un libro, pinta un cuadro o acierta un pronóstico en la quiniela. Hay gente que asesina para saber que va a salir en la tapa del diario. ¿Y qué tiene que ver el diario con eso?
La observación de la cultura online desde la sabiduría de los libros, viendo solamente deseos de exhibición a quienes usamos las plataformas de internet, denota un modo de ignorancia que deja al descubierto, nada más y nada menos, que a los que insisten con no mostrarse.
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