Optimismo

Martes a primera tarde, la temperatura cerca de la máxima prometida por las radios (alrededor de 16 grados), una primavera que ya está pidiendo permiso y por la zona de Palermo, en la calle Demaría y Lafinur creo que es, un señor a los gritos vendiendo paraguas. Optimismo puro a prueba del clima.

La soberbia digital

El otro día traté con cierta sorna a un amigo que no sabía subir una foto a su blog. Comprendí mi error no digo al instante, pero sin demora. Me afectó el destrato que había tenido y el sentir que estaba en sintonía con un defecto muy en boga en estos tiempos de blogs, widgets, gadgets y todo lo que se relacione o lleve un código html.
Hay una soberbia digital muy palpable. Basta salir a dar una vuelta para encontrársela sin buscar demasiado. En momentos donde la tecnología tiende a la colaboración, donde quien guarda un secreto pierde en vez de ganar, el conocimiento es enrostrado en vez de compartido.
Que cada uno haga su experiencia. Y menos mordida del labio inferior, cejas levantadas y movida de cabeza hacia arriba. Cuando era chico decíamos: ¡Qué hambre!

El blog de Capítulo dos...capítulo dos

Nueva etapa del blog de Ernesto de la librería Capítulo dos. Seguramente tendrán novedades interesantes para conocer. Y supongo que no se enojará si les cuento que hacia fines de año, un libro fundamental de estos tiempos, The Long Tail ,será editado en español.
Pueden visitar el blog desde acá

Callao y Corrientes

Ayer estaba parado esperando el semáforo para cruzar Callao, en su cruce con Corrientes, justo enfrente de Zival's. Hacía rato que no andaba por ahí. Ya era de noche y mientras esperaba, mire para arriba y hacia adelante. De frente, en dirección al Obelisco. Mi memoria registró una de las imágenes más familiares de mi historia. Otra vez, como tantos cientos de veces, estaba ahí, en Callao y Corrientes, mirando para el lado del Obelisco. Traté de pensar en cuantas ocasiones estuve en esa posición. Cuántas veces ví y cuántas todavía veré el Obelisco como esas imagenes que de tan habituales, tan acostumbradas, dejan de tener el detalle de la curiosidad.
Ciertas palabras de Borges, imprecisas para mí en ese momento, me hicieron una avalancha en mi cabeza, como el relato de quien intenta contar los pájaros en el cielo para comprobar la existencia de Dios.
Por un instante tuve la confirmación de que soy de acá, acá vivo, seguramente aquí moriré y que Callao y Corrientes es para mí como para otro es Picadilly, para otro Times Square, para otro la Gran Vía o Providencia. Se abrió el semáforo y crucé. Pensar mucho no requiere de mucho tiempo.

Elvis Presley, entre el rock y el plop!

Cada tanto se cumplen 30 años de la muerte de alguien. Y por este agosto le cayó a Elvis Presley. Treinta años de la muerte de una personalidad es el primer número realmente alejado de la fecha de su partida y que permite evaluar la importancia real que tuvo en vida. Diez años es poco tiempo; veinte años sabemos que no son nada y treinta ya lucen con peso propio como para degustar la calidad del mito.
Elvis Presley ingresó a mi vida con su muerte. Yo tenía 12 años y no sabía nada de él, aunque si sabía de Los Beatles, los Rolling Stones y otras expresiones musicales. Ese conocimiento no me parece casual. Elvis, para mí, fue noticia, sencillamente porque había muerto a una edad en que la gente todavía normalmente vive y su muerte correspondía a lo que se supone debe ser una muerte del rock: gordo, entregado al alcohol, a las pastillas para adelgazar y a cualquier otra droga en forma de pastillas.
Elvis es para mí un personaje raro y a la vez lo tengo todo muy claro: no encuentro hoy su legado musical. Sé perfectamente que fue uno de los engranajes indispensables para que el rock and roll tuviera su segundo envión en Estados Unidos. Digo rock and roll, porque no es lo mismo que rock. Sin embargo se me ocurre que hizo un tipo de música que solamente tiene fanáticos y no oyentes.
Con Elvis Presley no hay término medio. Quienes lo escuchan son aquellos que practican el fanatismo militante, la afinidad hacedora de aquellos que van a convenciones, se visten como él o usan esas patillas que luego pasaron a ser propiedad de los mafiosos italianos de Long Island. Son aquellos que peregrinan hacia su mansión-museo y que aseguran que sigue vivo, lo que corresponde a su conformación del mito: Elvis era de esas celebridades que cuánto menos observadas eran, más deseadas eran. La celebridad de hoy se muestra. La de antes se ocultaba.
Salvo ese tipo de fanáticos, entonces, me resulta imposible encontrar a alguien de a pie que diga que escucha a Elvis Presley.
No creo tener ningún CD suyo. No recuerdo haber ido en el auto de nadie que ponga su música en el auto y apuesto a que está en pocos reproductores de mp3.
Revivido por alguna mezcla de DJ´s, super explotado gracias a la tecnología que le permite salir de gira con su ex banda, Elvis Presley vale más como un muerto que fue noticia por su forma de morir. Sin embargo cuando veo sus imagenes vivo, en un concierto o llegando a algún lugar y siendo recibido por multitudes, me genera respeto. Creo encontrar una medida de su dimensión y de la marcada decadencia en ese lugar importante que todavía ocupaba. Lo que me sucede es que veo en su muerte sólo mito, poca música. Ninguna descendencia a excepción de sus fanáticos que para valorar su arte precisan creer ( y hacernos creer) que Elvis Presley sigue vivo. Si eso sucede es porque algo no ha trascendido.


Remix de A Little Less Conversation


Elvis Presley en imagenes televisivas poco antes de morir

Promesas al lado del bidet

No termino de entender, desde que tengo una noción total de la limpieza, porque no importa con cuanta delicadeza efectúe el movimiento, el chorro del bidet siempre sale fuerte. Sale con todo, lo corto, se hace un vacío en el aire y después cae esa lluviecita leve que empapa como un Tsunami. No termino de comprender tampoco la relación física: el bidet se abre despacio, va hacia arriba y sale de movida con la fuerza de un torpedo. La ducha se abre con todo, primero deglute aire y luego tarde en arrancar con la presión debida.
Prometo cada vez que me pasa ser más cuidadoso con el bidet. Para entonces, ya me mojé.

Fanáticos de 24, van a tener que confiar en mí

Las parodias a los productos televisivos, más que burlas, dan muestras de su salud. Yo soy nada Lost y mucho 24. Lo cual no está ni mal ni bien. Me encontré en You Tube con buenas y divertidas recreaciones inspiradas y basadas en 24, Jack Bauer, Tony Almeida y el resto de CTU
Las pueden ver

La pereza de ir al videoclub

Ya habrán notado que cada vez hay menos locales de Blockbuster. Y no importa en que parte del mundo estén leyendo esto: ahí donde había un montón de Blockbuster, ahora hay menos. O ninguno. Novedoso en su momento por su buzoncito para devolver las películas durante las 24 horas, he ahí su propio talón de aquiles: ¿por qué debo ser yo el que devuelva la película?

La pereza de ir al videoclub es una de las razones que llevan a la caída de un modelo de negocio que dicho en términos del consumidor final es, simplemente, un cambio de costumbres.

Paseo salvador de parejas que se desgastan en su propia cocción y que se refugian en sus chocolates, sweateres gordos y mejor quedémonos en casa, el videoclub ya es un después del cine visto en el hogar.

Está todo dado para que la película no tenga que ser un objeto de devolución. O en todo caso, para que no sea yo el que tenga que ir a devolverla. Si ir al videoclub ya es toda una decisión, mucho más lo es el hecho de hacerlo solamente para entregar otra vez la película.

Por eso que Blockbuster haya adquirido una empresa de venta de películas online tiene más que ver con estos tiempos y no con la relación cohercitiva que mantienen los sitios de alquiler en base al recargo por devolución tardía. Somos sus clientes. Y multarnos tiene sus costos.

Quedarse en casa es una elección. Lo mismo que salir. Hace rato que nadie va al supermercado con el peso de tener que llevar los envases para devolución, aunque ya se que existen.

Tenemos que encontrar ahora la manera de que el agua mineral nos llegue a casa sin ir a comprarla. Vamos, piensen...

Charlas con el mayor

-¿Qué preferís: matar o morir?
-Depende de quien se trate.
-¿Matarías al Dalai Lama?
-Sí
-¿En serio, al Dalai Lama?
-Si las opciones son matar o morir, sí ,lo mataría
-¿Y al Papa?
-También...Si me dicen que tengo que matar a alguien que yo quiera, un familiar o un hijo, entonces prefiero morir.
-Yo ni loco, si mis hijos me llegan a hacer esta pregunta, yo prefiero matarlos, no morir,e
-Eso ahora: cuando seas padre vas a notar la diferencia.

La justicia es lenta pero llega y hasta te pasa de largo

Fuímos con mi mujer al cine un sábado por la noche. Hasta ahí nada anormal, pero para nosotros es todo un acontecimiento. Y vaya que lo fue: en el hall, mi esposa me pregunta si me doy cuenta quien era esa señora rubia que estaba a unos metros nuestros. Le digo que no. Y me dice:
-Es la jueza que nos casó...
Entonces la reconozco y me dió la impresión de que ella también nos reconoció a nosotros. Miré a mi mujer, con quien estoy casado hace ya dos Juegos Panamericanos, un Juego Olímpico y un Mundial y pensé:
-Hay jueces que hacen bien su trabajo.

La diferencia de Los Simpson con otros tanques

Cuando aparecen películas denominadas "tanques" desde la industria de Hollywood mucho son los que se preguntan porque esas películas son tan largas: El Señor de los Anillos, Shrek, Harry Potter, Piratas del Caribe, son producciones de grandes costos y una abarcadora estrategia de recuperación de la inversión: merchandising, DVD, televisión y hasta venta de películas en soportes digitales y pronto (ya) para teléfonos.
Las películas largas bloquean las salas de los complejos. Son diques para que otras películas (jamás diré pelis) no puedan ingresar. Quien pueda leer el libro The Long Tail entenderá perfectamente cual es la suerte de las películas que no tienen pantalla: en Estados Unidos hay capacidad para estrenar no más de 100 films por año y solamente cada edición del Festival de Sundance exhibe y promociona miles de películas en cada edición.
Los Simpson, sin embargo, es una película corta. Y encima con un marketing de objetos, juegos y lo principal, un programa de TV en su temporada número 18, que aventaja por lejos al resto de las películas-tanque. Los Simpson terminan por rematar a las otras producciones (norteamericanas, iraníes, argentinas y europeas) a fuerza de repetición con datos contundentes:
-Village Recoleta la exhibe en 15 funciones diarias
-Cinemark Palermo la exhibe en 17 funciones diarias.

Con apenas 88 minutos de duración, Los Simpson no le dan respiro a los otros films. Y quizás le hayan dado otra vuelta al negocio del cine. Eso no lo sé.

Ví a Verbitsky viendo a Iaies

Fuí a La Trastienda a la presentación del disco triple de Adrián Iaies, un gran músico de jazz. Mucha gente, casi todos adultos aunque varios chicos que se notaba eran estudiantes de música, estaba apiñada en las mesitas del lugar. Entre ellos, yo, ni estudiante de música ni a veces adulto a tiempo completo. Casi a las 21.30 entra el periodista Horacio Verbitsky, con su valijita, su saco, su sweater de color rojo escote en V y corbata. Debía venir de Página, que queda muy cerca de La Trastienda, hasta ideológicamente hablando.

Pensé en que hay un momento del día en que la cuestión no pasa por derrotar al enemigo, frenar el avance de la derecha, atacar con razones y defender sin razones. Un momento en que lo importante es más importante que lo falsamente urgente.

El motivo era Adrián Iaies, un músico de jazz que frente a su piano, se asemeja a un tenista contra el frontón: debe superar en cada golpe lo que él mismo generó.

¿Le gustó, Horacio?

Twitter & Shout

No tengo opinión sobre Twitter como tampoco la tengo sobre la lamparita eléctrica. Son cosas. Se usan para hacer otras cosas. Lo siento.

No me verás en el subte

Candelaria, del blog Viajé como el Orto, hizo un excelente relevamiento sobre las normas de seguridad que le faltan a los subtes de la ciudad. Y también una guia de como cuidarnos ya que parece que nadie va a hacerlo.
Desde acá el link