Saturday, May 24, 2008

Parejas y subtes


A veces imagino que las parejas son como líneas de subte. No como las de acá, que apenas se cruzan. Sino como las de Londres o París, que suelen tener independencia y correspondencia según el momento del trayecto. Las parejas suelen tener esos momentos del viaje: algunas siguen un buen tiempo con sus integrantes que van en paralelo y cada tanto se cruzan como lo hacen los subtes cuando cambian de línea.

A diferencia de nuestros subtes, los parisinos y los londinenses tienen cruces de ramales en más de una ocasión en el trayecto. Una línea, en diferentes estaciones, puede con otra durante todo el recorrido. Cuánto mas se alejan del centro de la ciudad (del corazón) los cruces son más aislados e infrecuentes. También los cruces con otras líneas pueden ser elecciones para bajarse del viaje, cambiar de dirección. O simplemente parar un rato y volver a tomar al mismo camino.

Siempre los subtes más lindos son los que empiezan y terminan en el mismo lugar.

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Charlas con el menor

-¿A vos te pone tristeza si yo le arranco el ala a una mariposa?
-Sí, claro.
-Entonces no lo hago. A todos los que le pregunto me dicen lo mismo.
¿Y por qué le querás arrancar el ala a una mariposa?
-Igual era mentira

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Sunday, May 18, 2008

Oh Campo

Acostumbrado ya a la tonta idea de que algo que es bueno para un gobierno no es necesariamente bueno para un país, la verdad es que el tema del campo me tiene en vilo. Ni preocupado, ni nervioso, simplemente atento. Trato de encontrarle el lado positivo al asunto agrario: son discusiones de un país que produce. Soja, leche, carne, lo que sea, pero que produce. El tema también produce discusión. Estuve en varios lugares en los que las cuestiones de las retenciones y el conflicto son temas urticantes, con gente que dice y se contradice cada dos palabras.
Hacía tiempo que un tema político, económico y social no generaba tanta vibración. Y como siempre, todos son unos vivos bárbaros dando consejos y opinando con la plata de los otros.

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Monday, May 05, 2008

El fin del mundo

Se puede interpretar de dos maneras: el final del mundo, efectivamente, o bien que fin tiene el mundo. Que finalidad tiene, si es que debe haber alguna. Nunca creí en las teorías conspirativas y eso me pone en un lugar incómodo. Todos creemos saber que las cosas tienen un motivo oculto, una razón valedera para que lo real, en realidad,sea una ficción para que los hechos que cuentan se muevan en una especie de backstage inubicable. Somos lo que pensamos y somos jodidos.

Pero si adhiero a la idea de que las sociedades suelen moverse con estímulos acompasados. Con síntomas diferentes pero que apuntan a un mismo fin. Son tiempos estos en los que los analistas de los comportamientos sociales (un polaco Bauman, por ejemplo) nos cuentan que los individuos hoy se mueven motorizados por un deseo de satisfacción inmediato. Una vida de consumo que otorga un placer inmediato y que se agota luego de producida la transacción. Adquirir bienes es por si misma una satisfacción más alta que su posterior uso.

Al tiempo, nos gobierna una idea acerca del fin del planeta. Una sensación de que el mundo se está agotando, los recursos escasean, el calentamiento global nos va a eliminar, los alimentos van a faltar y las catástrofes están más cerca que el Mundial de Sudáfrica 2010.

Pues bien: no creo una mierda en eso. Sé que ninguna advertencia de catástrofe funciona si no existe la sensación de peligro inminente. Un mensaje de peligro sin que el infunda temor no causa efecto. Al tiempo, la sensación de no future es la base para que una sociedad entienda que su felicidad se cocina hoy mismo, sin espacio para lo que antes se llamaba la cultura del ahorro, la necesidad de pensarse a resguardo dentro de unos años.
El boom de consumo argentino no tiene que ver con una bonanza económica, sino con un modo de vivir que atañe a las sociedades capitalistas. Miren los comerciales de bancos (el tipo que se está por morir, se salva y pide un crédito) y hasta de shampoo (La Vida es Ahora, dice Sedal)
La ausencia de mañana no tiene que ver con un futuro negativo, sino con la imperiosa necesidad de experimentar el presente de forma rabiosa.
Por eso Al Gore le vende su receta para combatir tsunamis express a las organizaciones que sienten culpa por algo.
El mundo es maravilloso. Así, como está ahora. No compro el peligro sustentable.

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Friday, May 02, 2008

Gente que trabaja

Los que trabajan en oficinas se identifican de la misma manera: todos llevan colgando de la zona de la cintura una tarjeta magnética que los liga a la comunidad a la que pertenecen. Cuando bajan a comer, cuando salen a fumar, se van al sauna o al telo con alguien que no es su marido, todos exhiben con orgullo la tarjetita blanca que les permite entrar y salir del edificio sin ser detenidos.
Al final del día, cuando salen del subte, la van a tener colgada hasta el límite y recién a la noche, tarde, la dejarán a un lado como el sheriff que se desprende de la placa.

Es la tarjeta de la inclusión.

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Deezer te saca del freezer

Hace un tiempo había dejado de escuchar BlogMuzik, un sitio que permitía escuchar música programada por uno mismo, según una búsqueda hecha por el mismo sitio. Queriendo encontrar viejos gustos online fuí "a por" BlogMuzik y me encuentro que se reconvirtió en Deezer.
Tiene las mismas funcionalidades pero ahora se parece más a LastFm y sus relaciones musicales a partir de los gustos.
Mi primer descubrimiento: una banda de Manchester llamada Coco Killed Me. Son The Clash en un día de sol.
No podía pasar el fin del semana sin recomendar esto a ustedes, a quienes no conozco, aunque a algunos sí.

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