Saturday, March 29, 2008

Dos días en la vida de una chica a la que le cuesta salir de Europa

Dos días en París es la primera película como directora de Julie Delpy, actriz francesa, que no para de bromear con su culo un tanto fofo a sus treinta y pico y que no logra estabilizar su vida fuera de Europa. Sin embargo, esa es la Delpi de la ficción, la que se reinterpreta en sus films como actriz o como directora. La Delpi real vive en Estados Unidos y tiene una madurez cinematográfica que pueden darle un rango de directora con lo que yo al menos espero de una película dirigida por una mujer: que tenga una óptica femenina y no feminista. El feminismo ha creado la versión masculina de la mujer, cosa que era innecesaria. Pero en fin, allá ellas y no es el tema de esta entrada

A esta altura sabrán que Julie Delpy es la protagonista de Antes del Amanecer, la historia de un chico norteamericano (Ethan Hawke) y una chica francesa que se conocen en un tren y en un día viven la intensidad de las cosas chicas y grandes de una pareja recorriendo una ciudad suiza (?), austríaca (?), no recuerdo bien. El film plantea el interrogante que forma parte de la fantasía o la realidad sobre si esa persona que de pronto se nos cruza, a la cual dudamos en correr o no, que sabemos su contacto con nosotros quizás sea efímero y luego nunca volvamos a ver y que, tal vez, pueda ser el amor de nuestra vida. Todos hemos pensado si alguien a quien conocimos en otros tiempos, quizás sea la persona con la que debimos estar. Sin embargo creo que esa es una producción personal de aquellos que suelen poner en el pasado (la niñez, la secundaria, el club...) el centro de su vida afectiva y que adoptan una convivencia con la nostalgia que los hace felices. Una mierda.

Delpi es la chica francesa, comprometida socialmente con todo lo que afecta al alma humana y que piensa en los derrames tóxicos en la India hasta cuando coge. Algo más crecida plantea el mismo perfil en Antes del Atardecer, el mismo encuentro, con el mismo chico, pero diez años más tarde.
En 2 Días en París, Julie Delpy ha conseguido finalmente dejar Francia (que es lo mismo que dejar Europa) e instalarse en Estados Unidos. Sin embargo Nueva York es una vivencia que aparece sólo como referencia en la película, para una pareja que de retorno de un viaje por Venecia, tras dos años de relación, deciden pasar 48 horas en la casa familiar de la Delpy.
Su novio, Adam Godberg (en la película Jack y creo que ex pareja de Delpi) tiene una pequeña pero potente dosis de lo que es su novia metida en su familia, sus amigos, su exagerada cantidad de ex novios, su pasado de bombacha floja y todo lo que forma parte de un europea vista con los ojos de un norteamericano.

La película es sustanciosa porque todos los lugares comunes de Estados Unidos y Francia, atravesados por la relación amorosa de una pareja, son motivo de burla y a la vez son decisivas para plantear los conflictos de esa relación: el norteamericano es lineal en sus pensamientos y la francesa no puede dejar de complejizar hasta un razonamiento banal. El norteamericano teme viajar en subte por si hay un ataque terrorista y los franceses no dejan de ver a Bush hasta en un turista que es diseñador gráfico. Los franceses no paran de toquetearse entre ellos con naturalidad y el norteamericano hace de la propiedad privada un culto.

Julie Delpy se mofa de su culo, de los taxistas racistas, de los franceses que se burlan de los norteamericanos cuando no los entienden y de la necesidad imperiosa que tienen determinadas almas de poner ideología en todo lo que hacen y dicen. Como las chicas que esperaban el ok del Comité Central para dejarse tocar una teta.

Recomiendo verla solo. Las parejas que andan todo el tiempo buscando una respuesta en el aire o en un film para ver que les pasa, pueden sentir al final un silencio incómodo. Que de seguro les caga la pizza.
#Julie Delpy en IMDB

Julie Delpy en Antes del Atardecer

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Monday, March 24, 2008

Una de los Beatles


Le regalé a mi hijo un libro titulado Beatles, día a día. El libro es exactamente eso: un repaso diario de la vida de Los Beatles. Siendo un trabajo de referencia, lo más curioso es como empieza: con la fecha de nacimiento de Yoko Ono. O sea: empieza por el fin.

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Wednesday, March 12, 2008

La muerte según quien muere

Hoy es el día en que murió Jorge Guinzburg. Estaba bastante enfermo. Como sucede con los personajes populares, queridos y admirados, su muerte gana un espacio mediático considerable. Conozco gente que ha compartido cosas con él y que está especialmente dolida por su fallecimiento. Desde un poco más afuera, me causa el dolor que genera la ida de alguien creativo, con ideas, trabajador. Una persona que dejó su huella, algo suficiente como para considerarlo y valorarlo en el momento de su muerte. Mentiría si digo que me gustó todo lo que hizo. Pero respeto es una palabra acorde a su producción periodística y artística. Hasta ahí, Guinzburg como profesional.

Guinzburg (su muerte) como noticia excede al propio Guinzburg. La muerte del famoso, pero famoso con virtudes, genera de manera misteriosa pero siempre pronunciada, un collage de miles de historias y pareceres que se mezclan. Todos tienen sus vivencias con él, todos aseguran conocerlo desde lugares particulares. Suele pasar así.

Lo que también suele pasar es que hay un tipo de muerte según quien es el que muere. Una forma de tratar su muerte, su noticia, que descansa en lo que era su profesión. Cuando muere alguien vinculado al humor (Fontanarrosa) o se recuerda el aniversario de su muerte (Olmedo), se produce una suerte de jolgorío y liviandad que le quita a la muerte el drama que siempre trae oculto. No veo forma de pensar la muerte con un costado lindante a la felicidad. No me sale y no veo por donde puede estar. La muerte de Roberto Fontanarrosa tuvo un festival de licencias humorísticas en nombre de "el negro hubiera querido...." ó "al negro le hubiera gustado...", que no sabemos hasta donde son ciertas. Y de serlo, él no era usted.
Los contadores mediáticos de historias del muerto, si fue humorista o hizo algo con el humor, tienen una irremediable tendencia a ponerse en portadores de un humor de situación que, suponen, al muerto le hubiera encantado en esa circunstancia. Que se yo.
Quizás sea una manera de superar el momento y tomar la personalidad del ido prestada, para afrontar eso que todos tanto tememos. Porque sabemos, morir nadie quiere.

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Monday, March 10, 2008

El dios de los locutorios (así, dios, con minúscula)

Un señor que nos hace saber hasta donde llega su poder en su dominio: el que está a cargo de un locutorio. Te recibe despectivo, te da una màquina despectivo y así hasta que te vas. Debe ser un oficio en el que la amabilidad esta excluída, tal vez porque debe confrontar con problemas repetidos, de máquinas que se cuelgan, falta de monedas, clientes que se quieren pasar de listos. Un choque con la cotidianeidad cada vez que abre sesión.
Me toca lidiar con uno que baja o sube la mùsica ilegalmente acumulada en la computadora central. Aparecen Korn y Los Ramones y somete a todo el local a una sobredosis de rock, cuando cada uno procura procesar sus propias necesidades frente a una pantalla.
Los locutorios me hacen acordar a las simultàneas de ajedrez: 30 monitos tratando de manejar sus ideas contra un amo que nos impide cualquier parcela de intimidad.
Pronto se acaba.

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Sunday, March 09, 2008

Enseguida vuelvo

No se bien a quien le aviso, pero mis dificultades informáticas están en vías de solución. Falta poco.

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