El dilema del básquet

Los medios están confundidos con la selección de básquet que juega el Mundial de Japón 2006.
Es un equipo que sale de lo común en el deporte argentino y no hace más que desorientar: se saben buenos y lo dicen; no le temen a su condición de favoritos eternos; no tienen problema en hablar con la prensa a diario y hasta permiten el acceso a sus habitaciones de hotel para que los entrevisten; saben que pueden llegar a perder y eso no los atemoriza.
A los medios acostumbrados (tal como estamos y somos) a ponerse los anteojos del fútbol para analizar cada pelota que ruede, estos comportamientos son dificiles de catalogar. A diario escuchamos dudas sobre hipotéticas congregaciones al Obelisco en caso de ganar el Mundial y una falsa sensación acerca de que los medios no le dan trascendencia al básquet.
Ni lo uno ni lo otro.
¿Por qué la alegría del éxito debería situarse geograficamente en el Obelisco?
¿No vemos mucho espacio en los diarios, con suplementos especiales, tapas y minutos de aire en radio y TV con generosa cobertura de los triunfos del equipo argentino?
¿Acaso no es Manu Ginóbili el personaje que más productos promociona en comerciales de TV en estos tiempos, aún fuera de la época del Mundial, por encima de futbolistas, modelos, músicos y actores?
Una generación fuerte y heroica en términos deportivos es la que gobierna el básquet argentino y europeo en la actualidad, también con su marca en la NBA
Ginóbili y compañía no son productos sustitutos. El básquet no es un placebo del fútbol.
El fútbol nos enferma. La selección de básquet cura en salud.

Más de música, autos y toilettes

Adrian Iaies, pianista de jazz y derivados, comentó en una entrevista que le hicimos en Cual Es?, que el mejor lugar para escuchar música es el auto. Yo agrego: en el auto cuando se viaja solo. Es increíble la intimidad que se puede alcanzar, aún en medio del tránsito, cuando uno maneja y escucha la música que le gusta.
Hay diversas formas de acceder a la intimidad en lugares raros. Jonas Ridderstråle y Kjell A Nordström, autores de los libros Funky Bussiness y Capitalismo Karaoke, comentaron lo siguente en una entrevista que encontré en el sitio del consultor-gurú de empresas Tom Peters:
Un estudio realizado por un danés, y al que ellos accedieron como parte de una investigación de nuevas formas de vida y consumo, señalaba que en el período que abarca los años 1982-2002, los daneses pasaban más tiempo en el baño. Al tratar de entender porqué pasaba eso, la conclusión no fue que la gente comiera más y precisara el baño con mayor frecuencia, sino que ese era el ambito de intimidad asegurada que cualquier persona tiene en una casa.
El dato sirvió para que los nuevos proyectos de construcciones de casas y edificios contemplaran a los baños como habitaciones que necesitan de mayor comodidad y espacio.

Suenan en mi auto

Dos bandas en especial suenan en mi auto cuando apago la radio: Artic Monkeys y Zero 7. Casualmente bandas inglesas. Artic Monkeys del lado de los que salen a comerse la cancha sin reparar en gastos ni consecuencias. Rabiosos, frescos y haciendo sentir que este es su momento y el resto no importa. Zero 7 con algo más elaborado, sereno y orquestado. Juventud y madurez desde las misma canilla. Buena mezcla.

Secretos de cocina

La gente que cocina y cocina bien, sabe mucho más que hacer comida que esté muy rica. Como hecho cultural, el comer habla de la gente quizás mucho más que otras actividades sociales. Soledad Krasicka, chef del restaurante El Kozaco(especializado en cocina polaca, rusa y ucraniana), no solamente prepara unos platos riquísimos, sino que también me abrió los ojos acerca del éxito que han tenido las diferentes cocinas étnicas en la Argentina, por lo menos en los últimos diez años: muchos sabores en pequeñas expresiones.
Soledad debe mantener platos ancestrales y prepararlos para nuevas generaciones de familias que en otros tiempos han vivido la guerra (la guera, en las familias judías) y que se vinculaban de otro modo con la comida.
Por lo que puedo saber las tendencias actuales de los chefs europeos parten de un plato en especial que es desmembrado en distintas variantes más pequeñas que respetan los ingredientes y el sabor original. Por ejemplo: del veraniego melón con jamón se puede derivar en un Gazpacho de melón adornado con filamentos de jamón. Cambia el formato pero no el contenido.
El sushi, el tapeo español, los tacos y burritos mexicanos, el sarma y el keppe armenio y hasta el flamante boom de las picadas, no son otra cosa que modos de comer con bocados chicos y escalonados.
La vieja cocina europea, la de las familias que pasaron la guera y que se sentaron a la mesa con grandes fuentes con comida cocinadas en ollas enormes, debe adecuarse a las nuevas formas de comer.
No conocer como cocina Soledad Krasicka ese sí que es un pecado de guerra.

Ipod...totales

Hay un sitio llamado Ipod Total hecho por unos fanáticos del Ipod, sin duda alguna, el objeto de los últimos dos años que se ha convertido en un emblema de la generación que anda con la música puesta. Son adoradores del reproductor de música y video sin relación alguna con Apple y dispuestos a divulgar todo lo que haya que saber sobre el Ipod. Hasta ya han dado con un sistema para "hackear" el lanzamiento en Estados Unidos del Nike+Ipod Sport kit, un gran invento que combina el calzado con un transmisor que envía a un Ipod Nano información relacionada con el trayecto que recorre el deportista, cuánto falta para la meta y que tiempo lleva su marcha.

Las batallas perdidas por ganarle al doping

Lamento profundamente que el ciclista norteamericano Floyd Landis haya sido desposeído de su título como ganador del último Tour de Francia. Desconocer su victoria por doping me parece una decisión anacrónica: atrapar a un deportista en un control se ha vuelto una mera cuestión de azar y no de limpieza. El deporte de alta competencia, mueva o no millones(de dinero ó personas) , el deporte espectáculo que forma parte del mundo del entretenimiento, ya ha perdido su batalla por la salud de los atletas. Busca otros objetivos, como lo buscan los mismos actores. Que alguien me diga que un deportista luego de ganar Roland Garros, los Juegos de Atenas, el Superbowl, la Liga ACB, la NBA y muchísimo menos las Grandes Ligas de beisbol, haya declarado a los medios su alegría por ser el atleta con más salud del momento.
El deporte sano, formativo y necesario para la mejor calidad de vida, no habita en los grandes estadios ni en las transmisiones televisivas que miden famas y ratings. El deporte que consumimos, el deporte patrocinado y que es practicado por los mejores, por un puñado de iluminados, no tiene como puerto de llegada una vida saludable.
Dirán que el doping no es solamente una cuestión de salud, sino también un enfrentamiento en el que dos rivales deben vérselas sin trampas y sin ventajas. De acuerdo. Pero cuando el dopaje se transforma en un límite admitido por los deportistas y que en ocasiones se vuelve inalcanzable por falta de medios económicos y no por valores construídos a lo largo de una carrera, la discusión ya es otra.
No escuchamos a deportistas pidiendo un deporte sin doping. Son las víctimas principales de los controles. Son suspendidos hasta de por vida. Pero viven con temor a no ser descubiertos.
Creo fervientemente en que hay deportistas, y no son pocos, que no acumularon méritos por haberse dopado. Su combustible ha sido las ganas de vencer, una alta moral competitiva y el deseo de ser mejor que nadie.
Pero descreo del deporte competitivo como fuente de salud. Emilio Calderón, historiador español, ha escrito en su libro Deporte y Límites que ya en el siglo V A.C. los atletas griegos consumían alimentos y pócimas que ayudaban a un mejor rendimiento deportivo. Las carreras y las luchas en ocasiones eran a morir, literalmente. Algunos luchadores se hacían extirpar el bazo para no sentir dolor en la faena. Y el vencedor recibía todo tipo de elogios y beneficios, además de la corona de laureles en su cabeza.
Nada ha cambiado. Morían por competir y ser los mejores. Y el doping en ocasiones mata. La vida es corta, la gloria eterna. Y siempre hay alguien que mira.

Saber saber

Leí en el libro Freakonomics una idea que me despertó curiosidad sobre lo que significa la sabiduría. No tanto en cuestiones de profundidad del término, o en su abordaje oriental u occidental de la expresión, sino sobre lo que entendemos por la sabiduría que poseemos.El conocimiento que creemos portar.
La idea aborda la sabiduría convencional como aquella que con ciertos conocimientos coincide con lo que pensamos. Adherimos en ocasiones a estadísticas o a una información determinada, simplemente porque lo que refleja coincide con nuestras ideas, aunque esa sabiduría no indique algo real.
Cuando en los medios, sobre todo en las radios,se habla de indiciadores o datos estadísticos en temas recurrentes como la seguridad, la desocupación, el crimen o los abortos, los números no cambian según la realidad, sino según quien los diga. Hay estadísticas de izquierda y de derecha. Hay datos no chequeados y no fundamentados que en ocasiones repetimos simplemente porque quienes los dicen coinciden con lo que pensamos. O que aborrecemos porque quienes los dan piensan diferente que nosotros. Y si alguien piensa de modo diferente, consideramos que en realidad no piensa. He ahí otro error.



Foto: portada del libro Freakonomics, en su versión inglesa