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Con insolencia y sin rigor histórico: los rusos le ganaron a Hitler, lo vencieron con el frío de las estepas, pero luego perdieron con el ratón Mickey.
Moscú tiene marcas. No hay una fiebre consumista. Sólo se nota cuando los rusos vuelven de otras capitales europeas. Hay muchos centros comerciales interesantes e infinidad de galerías subterráneas que venden chucherías. Y hamburguesas con faltan.

Moscú bajo tierra

10 millones de almas moscovitas viven en Moscú. Pero son cerca de 14 millones. El resto proviene de Ucrania, Uzbekistán, Georgia y hasta de Chechenia, procedencia no del todo bien vista por los rusos. Los consideran ilegales y muchos parece que lo son.
La gente lleva su vida bajo tierra. Galerías comerciales modernas concebidas en viejos edificios imperiales, pasajes para cruzar la avenida y el mismo metro (11 líneas de subte que recorren toda la ciudad) son los caminos para pasar el frío de la superficie en un bajo mundo con calor de diablo.Así es la vida en Moscú. Pueden verla.

Kramer no pide permiso pero si disculpas

El mundo supo de los insultos racistas que Michael Richards le profirió a unos espectadores negros en un club nocturno que, según él, no le permitian desarrollar su stand up comedy.
Michael Richards es Kramer, el vecino "freak" de la serie Seinfeld que irrumpe siempre en el depto de enfrente sin pedir permiso.
No sé que pasó, pero si me preguntan acepto las disculpas. Creo que quien actúa tan bien, quien me hizo reir tanto, debió haber cometido un error.
El video parece dar fe de eso. Y lo que sucedió ni siquiera ha sido digno de un capitulo de Seinfeld.
Con humor, con ironia, han dicho y hecho cosas más duras.
Pero en el plano de la ficción todo parece más leve.
Seinfeld, la serie, ha ido mucho más lejos que esto.
Pero no justamente Kramer, por eso tanto revuelo

Irlanda

Una vez estuve en Irlanda. Fueron tres días y en el verano (argentino) de 1994. Invierno de Irlanda. Fuí a Dublin y a un castillo en las afueras de la ciudad. Hice el clásico recorrido: las paradas obligadas del Ulises de Joyce, algo de la huella de U2 y la universidad en la que alguna vez estudió Borges.
Llegué un viernes y me fuí un lunes. Fueron tres días y medio. Ahora que me pongo a pensar, pasé más tiempo en Irlanda que en la Plaza Irlanda. Una vez caminé por ella de pasada hacia la casa de una compañera de colegio secundario que vivía por ahí.
Pasé por la Plaza Irlanda el sábado y desde afuera luce lindísima. Tengo que volver.

Es un deber escuchar a Javier Malosetti

El sábado por la noche Javier Malosetti presentó su disco Niño en el Teatro Opera. Llenó y confieso que yo no esperaba semejante convocatoria. Algunas ideas.

.El término jazz-chabon anduvo rondando la noche. Creo que tiene que ver con lo obvio: Malosetti está bajando el jazz a las nuevas generaciones porque él no pertenece a las viejas generaciones.
.No debería asustar el término jazz-chabon. Entenderlo desde lo musical sería abaratar las músicas que toca Malosetti. Veámoslo desde el lado de un músico que consigue ser nexo de diferentes épocas de la música. Enoja a los tradicionales y fascina a los que vienen de otro palo. Rompe para unir.
.Malosetti es un bajista notable, con enorme talento y simplicidad para condensar años de jazz, blues, gospel y rock and roll transformados en un show de facil entendimiento.
.El jazz de Malosetti incluye a Los Beatles, Rolling Stones, UB 4o, próximamente The Who y todas las estaciones de Spinetta. Es por ahora el único que ocupa ese espacio,
.Sus músicas (asi le dice Malosetti a las canciones) son llanas, pero se nota que para tocar así hay que estudiar muchísimo y ensayar más.
.Escuchar a Malosetti y comprar su disco es un deber. Por suerte, a la salida, me contaron que había vendido bastante.

Los 55 de Charly

Rock and Roll, él. Desde You Tube este fragmento del cierre del concierto que dio Charly García para festejar sus 55 años.
Sé que quizás no está bien, pero en el fondo me cae simpàtico que haga eso.
Como dijo uno de sus fans extremos, Martìn Ciccioli, observen el desgano con el que termina tirando todo al piso